INSPIRACIONES DIVINAS. Parte uno

INSPIRACIONES DIVINAS. Parte uno
Junio/03/’11
El que esto escribe, como se que la mayoría de ustedes empezó su viaje en el sendero a una muy temprana edad. Creo que fue a los tres años de edad ya que mi hermano Javier nació cuando yo tenía solo tres años y medio. Recuerdo que solamente a ambos padres y su servidor visitando varios lugares y también impresiones muy vividas de una vida hogareña. La profunda curiosidad que aun continúa en mí logro que este cerebro escaneara cada objeto en el hogar, en las calles y los diferentes rostros de familiares, muy especialmente sus actitudes. Era cuando era llevado por mi madre a la iglesia cuando me impacto fuertemente el ambiente armoniosamente envolvente, ahora se que fueron los rituales de la iglesia católica los quien lograron despertar en mi una realización de haber vivido antes muchas, muchas veces. El ir con ambos padres al cine a la última función también dejo una huella en mi consciencia. Aun recuerdo que me quedaba dormido a mitad de la función y los diálogos en ingles de dichas cintas quedaron grabadas en mi cerebro.
Al cumplir los seis años de edad después de misa de niños acostumbraba ir con mis amigos, los vecinos de barrio al matiné dominical .Recuerdo que durante la misa mi ser estaba en los zapatos del cura que ofrecía misa. Mi mente era transportada a lugares muy diferentes a mi ciudad natal y a épocas muy lejanas.
Recuerdo que salía del estupor a los diez minutos después de iniciar la película matutina. En mi consciencia y comprensión la función de un cura era lo mas cercano que un ser humano pudiese estar cerca de Dios! A esta edad y hasta los nueve años de edad la costumbre de acompañar a mis padres al cine continuaba, pero ahora me mantenía muy despierto ya que el ver algunas de estas películas me provocaban impactantes deja vus. Otra experiencia fue la de vivir muy cerca de un pequeña pista de despegue y aterrizaje de avionetas y biplanos. Cuando escuchaba el ruido de los motores dentro de la casa inmediatamente salía para gozar verlos elevarse. Me sentía piloto de dichas aeronaves, “sabia” lo que estos pilotos experimentaban inclusive como ellos veían la ciudad y los paisajes desde allá arriba a través de los lentes especiales y la gorra de dichos pilotos.
Fueron las lecturas de los libros de texto de la escuela primaria una armoniosa atracción intelectual. La mayoría de los cuentos en los libros de lectura me eran muy familiares, especialmente las narraciones árabes, chinas y sudamericanas, pero fue un muy pesado, antiguo, grueso y con olor a viejo libro de filosofía lo que cambio mi vida para siempre! Tenia trece años de edad cuando un tío mío me regalo dicho libro. Fascinado devoraba su contenido como hipnotizado por tanta sabiduría contenida en dicho bello ejemplar. Cuando llegue a la sección de Moral fue como si un rayo golpeara mi ser! Este libro ya había sido mío! Este libro ya había sido leído por mi antes! Este libro y yo éramos viejos conocidos! Este libreo aun conservaba las vibraciones de mi vida pasada!
Los sábados acostumbraba visitar a los padres de mi madre. En el camino hacia un alto para detenerme y saborear un yuki mientras leía cinco “COMICS” por un peso. La casa de mis abuelos era de madera y tenia un patio trasero muy grande donde había muchos arboles frutales sembrados. Al frete y a los lados había sembradas muchas pantas olorosa y un gran ciprés. Era una familia pobre pero siempre había sido muy honrada y mi abuelo materno era siempre criticado por invertir en libros de religión, filosofía y clásicos. Esculcando unos de estos sábados encontré un viejo librero “EL NOVENTA Y TRES” escrito por Víctor Hugo sobre la revolución francesa. Me gusto tanto que después fui a la biblioteca publica y ahí leí a Julio Verne, Emilio Salgari, a Víctor Hugo, a Alejandro Dumas inclusive algunos libreos de Annie Bessant.
Fin de la primera parte.
Gracias! EZEQUIEL RODRIGUEZ SALDIVAR



EZEQUIEL RODRIGUEZ SALDIVAR